PONENCIA EMMANUELLE BAROZET. Debate so bre el perfil de egreso de la carrera de sociología: Una aproximación desde la realidad laboral

El 27 de Agosto del 2008 se realizó el panel: "El perfil del sociólogo y socióloga de la Universidad de Chile, posibilidades y orientaciones para su definición", donde expusieron los profesores: Canales, Barozet, Asún y Mayol.

PONENCIA EMMANUELLE BAROZET: DEBATE SOBRE EL PERFIL DE EGRESO DE LA CARRERA DE SOCIOLOGÍA. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA REALIDAD LABORAL

Quisiera primero agradecer la invitación a esta actividad, y luego aclarar desde qué perspectiva hablaré respecto del perfil de egreso. Quisiera precisar para quienes no me conocen, que dentro de la FACSO me desempeño en dos planos distintos: en la Dirección de Postgrado, que no me parece aquí la mejor perspectiva para analizar el tema que nos convoca, y como profesora e investigadora del Departamento de Sociología, que puede ser una perspectiva más adecuada. Para quienes aún no lo saben, no soy chilena, me crié en Europa, y llegué a Chile a una edad adulta, por lo cual mi entrada a este tipo de debate no es a través de un conocimiento histórico de la cultura de la Universidad de Chile, sino que mi visión del perfil y del oficio del sociólogo es teñida por experiencias desarrolladas en otras latitudes.

También hablaré desde las características que se necesitan para trabajar en equipos de investigación académica, o desempeñarse laboralmente en variados espacios, porque ya he visto a tres generaciones de egresados de esta carrera desenvolverse en esos planos. Finalmente, y quizá sea esto lo principal, hablaré desde el sentido común, pues tengo entendido que la reflexión sobre el perfil también responde a la necesidad de mejorar o perfeccionar la “empleabilidad” de nuestros egresados en el mercado laboral y que por lo tanto, más allá de reflexionar sobre un perfil ideal, debemos fijarnos como misión pensar en cómo ese sociólogo o socióloga ideal se insertará en el mercado laboral. Por estas razones, me centraré más bien en los conocimientos y destrezas que se adquieren por malla, y más allá de la malla.

Partiré con la introducción del documento que los académicos elaboramos sobre este tema el año
pasado: “El titulado/a de la carrera de Sociología de la Universidad de Chile será un/a profesional
definido por su capacidad investigativa y reflexiva, con una mirada critica-propositiva, que le permita comprender y explicar la realidad social en la que está inserto/a, tanto local como globalmente”. No puedo estar más de acuerdo; de hecho fui parte del equipo que elaboró el documento. Sin embargo, para aterrizar el debate, me centraré en tres dimensiones, que me parecen relevantes para describir con más precisión lo que se puede y debe esperar de esta carrera.

1) Destrezas sociales: el aprendizaje en terreno del oficio del sociólogo La sociología, al ser una disciplina, al igual que las ciencias sociales, cuyo conocimiento se elabora entorno al ser humano, debe sólo hasta cierto punto ser una disciplina de libros y biblioteca. Por supuesto, se trata de una parte central del aprendizaje, pero se espera que el sociólogo, además de estudiar la sociedad, sepa investigarla y reflexionar sobre ella, en base a una interacción con ella misma.
Por lo tanto, debe ser capaz de interactuar genuina y eficientemente con ella. Esto significa que el perfil de egreso debe contemplar el desarrollo de una serie de destrezas sociales, que incluyen:

- Capacidad crítica para analizar la posición de uno y del lugar que ocupa en la sociedad
- Capacidad de adaptación rápida a situaciones nuevas y espacios nuevos
- Apertura mental hacia la diferencia
- Capacidad de empatía con las personas con las cuales se interactúa, incluso las más lejanas en términos socioeconómicos, ideológicos, culturales, etc.

Estos aspectos, hasta el momento, no han sido abordados por la discusión del perfil. Tengo entendido que la carrera de antropología tiene trabajos de terreno en las vacaciones de invierno, que son parte integral de la formación, y que seguramente permiten in situ desarrollar este tipo de habilidades. A cambio, en el caso de nuestra carrera, la sociología se realiza básicamente en el aula y en la biblioteca, o frente a computadores. Creo que hasta el momento, son marginales los intentos de los profesores por enviar a los estudiantes a terreno en una época temprana en la carrera; por lo menos ya no lo hago y sé que es deseable hacerlo. Tiene que ver con el tiempo y la disponibilidad que tenemos, pero también con recursos, pues no se trata de “soltar” a los estudiantes en el Norte o en el Sur, sino que planificar procesos de aprendizaje a través de la inmersión sociológica, en base a cada etapa de la formación y de la adquisición de destrezas claramente definidas.

Se trata de un elemento central para el perfil del sociólogo, debido a la extrema segmentación social de la sociedad chilena. Ya se sabe que los chilenos se relacionan en la familia, colegio, universidad, barrio, con gente muy parecida en términos socioeconómicos y por lo tanto culturales. La homogeneidad de los círculos sociales es muy fuerte y no existen ventanas de apertura a otros medios sociales en las etapas tempranas de la vida social, por lo cual la carrera debe hacerse cargo de este punto y ofrecer la posibilidad de realizar inmersiones en otros medios. No tenemos los recursos en este momento para enviar a los estudiantes a investigar comunidades de pescadores artesanales en la 6ª Región o estudiar la producción forestal y su impacto social en la 9ª Región, o la corrupción en municipios de la 1a Región, pero quizá el proyecto Bicentenario nos permita pensar en inmersiones de este tipo.

Para cerrar este punto, ingresaré a un terreno pantanoso, pero importante para mí, y para ello, citaré una frase de Lipset Seymour Martin, que proviene del libro El excepcionalísimo norteamericano: una espada de doble filo (1996): “Quienes conocen a un solo país no conocen a ningún país”. Me parece importante que en el transcurso de su formación los estudiantes puedan viajar a otro país y permanecer en él, para experimentar cómo es la vida en otra realidad. Esto ya no depende de la carrera, sino que de la Universidad, del Programa de Movilidad Estudiantil, que no tiene muchos recursos, pero vale la pena no perder ese punto de vista. Si no se tiene puntos de comparación respecto de la realidad en la cual se vive, es difícil opinar con propiedad sobre ella.

2) Destrezas de oficina: una propuesta poco “sexy”, pero necesaria. El sociólogo egresado trabajará básicamente para el sector público, el sector privado, para ONGs o asociaciones. Como se señala en el informe de autoevaluación para la acreditación de la carrera, de enero del 2008, “se puede sostener que el sociólogo y su rol profesional, así como sus trabajos característicos, cambiaron a lo largo de las cuatro décadas del período 1965-2005 y que en lo medular, este cambio hizo que los sociólogos fundamentalmente dedicados a conocer e interpretar la realidad socioeconómica y política del país, en las fases iniciales del período, pasaran a constituirse en productores de información, debido a las transformaciones del mercado laboral de la profesión.

Adicionalmente, se puede también sostener que este cambio se tradujo en una progresiva y sostenida ampliación de oportunidades laborales en el sector privado, de manera tal que paralelamente al Estado, las agencias públicas y las universidades tradicionales, que en Chile fueron grandes demandantes de trabajo profesional de los sociólogos en los años 60 y comienzos de los 70, se desarrolló desde mediados de los años 70 (Raczynski, 1977; Urzúa 1977) un creciente espacio laboral en el sector privado tanto en las ONGs privadas, como en las universidades privadas y las empresas. La apertura de la profesión sociológica al mercado laboral privado como fenómeno relativamente temprano en el período estudiado, es un corolario importante de la hipótesis central” (p.26).

Todos estos espacios tienen algo en común: el trabajo de oficina. Parecerá muy básico lo que señalo ahora, pero creo que jóvenes egresados no podrán discrepar. De hecho, apelo aquí no sólo a mi experiencia de investigación respecto de los egresados que han trabajado conmigo, sino que a una conversación reciente con Silvia Órdenes y José Ortiz: lo primero que hace el sociólogo es papeleo, redactar cartas formales, relacionarse con colegas, realizar llamadas telefónicas, llenar formularios y generar los antecedentes para armar proyectos. Ya no existe – si ha existido alguna vez – el sociólogo en su torre de marfil. No podrán investigar, ni producir información y menos conocimiento, si no son capaces de conseguir los recursos para ello y armar proyectos sólidos, completos, bien presentados, con toda la documentación que se requiere, para la fecha que se requiere. Sin embargo, a pesar de que manejar estas destrezas básicas de una secretaria o secretario es el paso previo a la generación de ideas, no se les enseña a escribir una carta formal, a trabajar en equipo, en saber buscar lo que necesitan. Sé que no es muy “sexy” mencionar este tema, porque los estudiantes tienen la idea de que si no vuelan en altas esferas de la teoría y del pensamiento y que no se les pide que cambien la sociedad, entonces se les desvalora. Eso no impide que sepan también algo que no es tan básico: saber funcionar en una oficina, que será, se quiera o no, el espacio en el cual se moverán en primer lugar y durante casi toda su vida profesional.

3) El profesionalismo: Uno de los elementos altamente ausentes en el curriculum es el profesionalismo (“Cultivo o utilización de ciertas disciplinas, artes o deportes, como medio de lucro”, Diccionario de la Real Academia española). No me satisface completamente esta definición. El profesionalismo podría ser definido como la conciencia de desempeñarse profesionalmente de manera eficiente e idónea, asumiendo las responsabilidades que corresponden, lo que significa: no estar buscando siempre excusas, no pasarse de los plazos, disciplinarse respecto de la fechas, saber tomar decisiones que van en pro del bien de la institución para la cual uno trabaja y hacer lo que uno se ha comprometido a hacer, etc.

Ese me parece un punto central y les explicaré por qué: existen sociedades en las cuales no hay espacio para la demora, para la queja existencial, para la ineficiencia o para las segundas oportunidades. Existen medios en Chile los cuales tampoco hay lugar para ello, y son muchos. Y no estoy hablando de Japón o Alemania, sino que de oficinas de Ministerios, de instituciones internacionales instaladas en Chile, empresas de opinión pública, etc. Tengo la sensación que como cuerpo académico somos bastante permisivos, que los estudiantes lo son, que damos siempre segundas y terceras oportunidades, que no aplicamos los reglamentos, y que por lo tanto no fomentamos la responsabilidad. Pienso sinceramente que todo lo anterior debería ser uno de los temas centrales del curriculum. Hasta el momento, tengo la sensación que el grado de profesionalismo del estudiante egresado depende casi exclusivamente de la estructura mental que le dio su familia. Me parece sin embargo que la carrera debería hacerse cargo de ello y no esperar que el aprendizaje del profesionalismo se haga en el momento de la práctica.


En conclusión, quisiera señalarles un comentario que hizo una persona con quien trabajo y que tiene una empresa que recluta a sociólogos en práctica o titulados: “Los de la Chile son raros. Son buenos, pero son raros”. Quiso decir que nuestros sociólogos parten de la base que la realidad es muy compleja, que cabe darse vueltas en teorías. Podemos preguntarnos que tenemos de raro los profesores, que se lo pegamos a los estudiantes, pero también me parece, que para aminorar la sensación de que nuestros egresados son “raros” cuando llegan al mercado laboral, deberíamos preocuparnos en el perfil de egreso que se adquieran destrezas sociales y de oficina básicas, así como un sólido profesionalismo.

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